Casi todos perdieron a alguien durante la guerra, escribe Cristina Rivera Garza en Los muertos inquietos: Necroescritura y desapropiación. En 2006, el presidente mexicano Felipe Calderón inició la Guerra contra el Narcotráfico en el país, una represión militar a los brutales grupos de narcotráfico que se supone mantenían pactos de estabilidad con regímenes anteriores. Se estima que ha dejado 360,000 homicidios y más de 60,000 desaparecidos. Rivera Garza se refiere a ella como la guerra calderonista.
La violencia ha cambiado no solo la vida en México, argumenta Rivera Garza en Los muertos inquietos, sino también la forma en que los autores escriben y se entienden a sí mismos como creadores. En los últimos años, el país ha presenciado la aparición de un estilo de escritura que destaca las formas en que una comunidad ha producido colectivamente un texto, una transición literaria de lo individual a lo colectivo que, según ella observa, refleja cómo la sociedad mexicana está resistiendo la violencia a través del activismo comunitario. Juntos, en un contexto de pérdida profunda, estos nuevos dispositivos literarios y enfoques activistas están generando nuevos vocabularios y prácticas que ayudan a las familias de las víctimas a llorar y reclamar justicia por sus seres queridos.
En la actualidad, la mayoría de los homicidios en México quedan sin investigar, creando un ambiente de impunidad que ha aumentado la violencia, incluidos los feminicidios, y ha dejado a las familias de las víctimas a investigar sus propios casos. La familia de Cristina Rivera Garza es una de estas familias en busca de respuestas, aunque su pérdida ocurrió antes de que comenzara la guerra. El libro más reciente de Rivera Garza, El invierno invencible de Liliana, lanzado en México en 2021 y publicado en inglés desde Hogarth Press en 2023, es su contribución personal al cuerpo de literatura y activismo sobre los asesinatos no resueltos en México.
El invierno invencible de Liliana detalla la historia de Liliana Rivera Garza, la hermana de la autora, quien era estudiante universitaria de 20 años cuando fue asesinada el 16 de julio de 1990 por su exnovio, Ángel González Ramos. De alguna manera, es una historia detectivesca. Pero es una en la que el proceso de descubrimiento es imperfecto y solo posible a través de la narración colectiva. Al principio del texto, Rivera Garza intenta y falla en localizar el expediente del caso de su hermana. Como muchos otros casos en México, resulta que el asesinato de su hermana no tiene registro oficial. Tiene que encontrar otras formas de reconstruir la historia.
Comienza con las numerosas cartas de Liliana y las notas que escribió a lo largo de su breve vida en cuadernos, diarios y hojas sueltas. Pero incluso con ese material de origen, Rivera Garza pronto se da cuenta de que no puede entender las notas de Liliana por sí sola. Necesita la ayuda de personas cercanas a su hermana, especialmente aquellas que estuvieron cerca de ella en los meses previos a su asesinato.
El texto se transforma en un esfuerzo colectivo, un archivo comunitario que documenta la vida de Liliana. Junto a las cartas y entradas del diario de Liliana, Rivera Garza reúne recortes de periódicos sensacionalistas sobre el asesinato de Liliana, testimonios de amigos y familiares de Liliana, y sus propias reflexiones y recuerdos de su hermana. El esfuerzo comunitario también se hace presente en el diseño gráfico del libro: la portada de la edición en español del libro lleva una fotografía de Liliana tomada por su amigo Othón Santos Álvarez, mientras que Raúl Espino Madrigal, amigo de la universidad de Liliana, diseñó la fuente utilizada para las notas de Liliana basada en su caligrafía real.
El asesinato de Liliana Rivera Garza ocurrió antes de que el homicidio y el feminicidio se convirtieran en una epidemia en México. En ese momento, había pocas vías de apoyo a las que Rivera Garza pudiera recurrir. Durante casi 30 años, ella y sus padres lloraron a Liliana solos y en silencio, sin tener las palabras para nombrar lo que le ocurrió a Liliana ni las herramientas para exigir justicia. “Frente a lo inimaginable, no sabíamos qué hacer. Así que nos callamos… resignados a la impunidad, a la corrupción, a la falta de justicia”, escribió.
En las décadas posteriores al asesinato de Liliana, los feminicidios se multiplicaron. “Las mujeres muertas se multiplicaron entre nosotros”, escribe Rivera Garza. “La sangre de tantas se derramó por todo México en una guerra mal llamada, la llamada Guerra contra el Narcotráfico, que devastó pueblos y ciudades, allanando el camino para … más muerte”. A medida que aumentaban las muertes, también lo hacía el número de familias que lloraban a sus seres queridos asesinados.
Poco a poco, los dolientes se organizaron para llorar juntos y buscar justicia. En Ciudad Juárez, Chihuahua, por ejemplo, las madres de las víctimas de feminicidio formaron organizaciones de base, como Justicia para Nuestras Hijas y Nuestras Hijas de Regreso a Casa, para asumir el trabajo descuidado por autoridades corruptas e indiferentes, como realizar investigaciones y búsquedas e incluso desarrollar sus propios métodos forenses.
Al igual que la familia de Rivera Garza, estas familias se enfrentaron al desafío de no tener las palabras para nombrar lo que les había sucedido a sus hijas. Entonces, como argumenta la académica Tricia Serviss, crearon un nuevo vocabulario para denunciar la violencia machista, expresar su dolor y rabia, exigir justicia para las víctimas y apoyar sus protestas públicas.
Una de las palabras más básicas que les faltaban a las familias era un término para el crimen que había ocurrido. Junto con académicas como María Marcela Lagarde y de Los Ríos, los colectivos se organizaron para que México adoptara el término feminicidio como clasificación de un crimen. Según Lagarde y de Los Ríos, el femicidio (sin la sílaba intermedia) significa solamente “el homicidio de mujeres”. Las familias de mujeres asesinadas en México necesitaban un término para la naturaleza sistémica de los asesinatos, “el conjunto de violaciones de los derechos humanos de las mujeres, que contiene los crímenes y las desapariciones de mujeres”. En 2012, el feminicidio se añadió a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, definido como una forma de “violencia extrema de género”.
Los activistas familiares también llevaron un término para su propio trabajo al ámbito público: coadyuvante, un miembro de la familia de una víctima de un delito que participa activamente en la investigación del delito. Al nombrar su papel clave, pudieron avanzar en su búsqueda de justicia: en 2008, se modificó el Artículo 20 de la Constitución Mexicana para otorgar a los coadyuvantes el derecho a participar en las investigaciones oficiales.
Preguntas frecuentes
1. ¿Qué es la guerra calderonista y cuándo comenzó?
La guerra calderonista fue iniciada por el presidente mexicano Felipe Calderón en 2006 como una represión militar contra los grupos de narcotráfico en México.
2. ¿Cuál es el impacto de la violencia en México según Cristina Rivera Garza?
Según Rivera Garza, la violencia ha cambiado la forma en que los autores escriben y se entienden a sí mismos como creadores, y también ha generado un estilo de escritura que destaca las formas en que una comunidad ha producido colectivamente un texto.
3. ¿Cómo están resistiendo la violencia en México a través del activismo comunitario?
En México, las familias de las víctimas están generando nuevos vocabularios y prácticas a través del activismo comunitario para ayudar a llorar y reclamar justicia por sus seres queridos.
4. ¿Cuál es el tema principal del libro “El invierno invencible de Liliana” de Cristina Rivera Garza?
El libro “El invierno invencible de Liliana” detalla la historia del asesinato de Liliana Rivera Garza, la hermana de la autora, y cómo la autora reconstruye la historia a través de una narración colectiva.
5. ¿Cuál es el objetivo del esfuerzo comunitario en “El invierno invencible de Liliana”?
El esfuerzo comunitario en el libro incluye la recopilación de cartas, notas, recortes de periódicos y testimonios de amigos y familiares de Liliana para documentar su vida.
6. ¿Qué vías de apoyo había para las familias de las víctimas en México?
Antes de que el feminicidio se convirtiera en una epidemia en México, había pocas vías de apoyo para las familias de las víctimas. Muchas de ellas lloraron y buscaron respuestas solas y en silencio.
7. ¿Cómo se organizaron las madres de las víctimas de feminicidio en Ciudad Juárez?
Las madres de las víctimas de feminicidio en Ciudad Juárez formaron organizaciones de base, como Justicia para Nuestras Hijas y Nuestras Hijas de Regreso a Casa, para asumir el trabajo descuidado por las autoridades y exigir justicia para las víctimas.
8. ¿Qué término adoptó México para describir los asesinatos sistemáticos de mujeres?
México adoptó el término feminicidio como clasificación de un crimen para describir los asesinatos sistemáticos de mujeres. El feminicidio se añadió a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en 2012.
9. ¿Cuál es el significado del término coadyuvante?
Coadyuvante es un término utilizado para describir a un miembro de la familia de una víctima de un delito que participa activamente en la investigación del delito.
10. ¿Cuál fue la modificación del Artículo 20 de la Constitución Mexicana relacionada con los coadyuvantes?
En 2008, se modificó el Artículo 20 de la Constitución Mexicana para otorgar a los coadyuvantes el derecho a participar en las investigaciones oficiales.
Enlaces relacionados sugeridos:
Hogarth Press (Editorial del libro “El invierno invencible de Liliana”)